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de julio. Hay voces en la tarde gris. Se comparten poemas en la UIPPL
Nº 5. Es una de las lecturas correspondientes a la séptima edición
de Zona poema; edición destinada a homenajear a Miguel de Cervantes
Saavedra, quien estuviera muchos años de su vida privado de la
libertad.
Amplios
ventanales y cortinas negras aíslan lluvia y horizonte, 38 mujeres
privadas de la libertad y dos invitadas (Rossana Aicardi y Déborah
Eguren) leen, de una en una, poemas propios. Poemas que, al decir de
la maestra Lilián Baute, coordinadora de cultura del lugar, fueron
trabajados con interés y entusiamo en los días previos a la
lectura. Con ansiedad y alegría. La búsqueda es qué decir, poder
decir. Los temas fueron muchos y distintos: hijos, libertad, amor, lo
social, versiones sobre un mismo objeto (la ventana), el humor. Se
vencen timideces, se proyecta la voz, se expresa, se lee bien. Hubo
aplausos y risas. Se toma, después de leer, café. Hay tortas caseras que son dulces. Las conversaciones valoran lo hecho, lo escrito, lo leído.
Al
irse, Zona poema se llevó para digitalizar toda la obra presentada
en ese centro: 38 originales escritos a mano, lápiz sobre hoja.
Después de su digitalización se enviará al jurado, este año
seleccionado por APLU (Asociación de Profesores de Literatura del
Uruguay), integrado por Fabián Severo, Marisa Silva Schultze y
Alicia Migdal, quienes seleccionarán hasta 21 poemas de los
presentados en todos los centros. Luego de la selección, dichos
poemas se harán llegar a la Facultad de Arquitectura (UDELAR) y en
el curso de Comunicación Visual de la Licenciatura de Comunicación
Visual, se diseñarán por los estudiantes y serán, finalmente,
expuestos en la vía pública.
Durante toda la lectura se ven (formato presentación) en pantalla (una tele) fotos de afiches expuestos en las calles montevideanas (ediciones anteriores). Esas fotos se intercalan con otras de poemas pegados con letras de vinilo a paredes y vidrios. Este año, Zona poema supone la creación de un cauce expresivo que permitirá, por esta vez, que en Montevideo se pueda leer la poesía escrita en los centros de reclusión. Probablemente aquí, en este salón, como una marca de memoria, quedará pegado a la pared o los vidrios un poema. Tal vez el cauce se renueve por otras vías. Un aplauso colectivo celebra el tiempo pasado en conjunto.